miércoles

Cuando se rancia la vida

Es duro afrontar el día a día conviviendo con vidas que se rancian por el paso del tiempo. Y difícil. Difícil porque ese codo a codo acusando su marchitez y las consecuencias de lo que en su día sembraron hace que inconscientemente lo cargue en mi mochila y sufra con su peso que no me pertenece.
Claro que duele. Duele no solamente el sostener el sufrimiento ajeno, sentir esa vejez cada vez más arraigada al término  de la vida que cada cual construyó, sino que también duele abrir los ojos del alma y mirar hacia dentro para sentir que no muy lejos la mía, mi vida, puede que se haya convertido en lo mismo.
Sí, es muy duro.

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