En el centro del laberinto me sentí agobiada por la cercanía de las paredes vegetales del mismo, que me impedían tener amplitud de visión.
Siempre he sentido la necesidad de controlarlo todo, verlo todo desde una amplia perspectiva, tanto en el campo físico como en el mental.
Habitualmente me suelo situar en el fondo de la habitación en la que me encuentre, siempre en un lugar desde el que pueda dominar la puerta y las ventanas, las entradas y las salidas, todos los movimientos…
Una clara inseguridad.