Traía consigo el aroma dulzón de las palmiras blancas, y de los nardos nacarados.
Traía el verde aguamarina reluciendo en su mirada, y el negro azabache bailando entre los rizos de su pelo.
Quédate.
Y él se quedó, y el blanco de su aroma se mezcló con el verde de sus ojos, y el negro azabache de sus rizos cayó en cascada bordeando los contornos de mi corazón.
No te marches nunca.
("Flor Palmira" - Imagen tomada de Google)